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Elenco Four Seasons

Disfruta de la nueva obra de caraBdanza, un poema visual sobre el amor y el paso del tiempo. Cuatro tipos de amor, cuatro estaciones…

Arnedo
(La Rioja)

17 de Febrero 2024

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Peal de Becerro
(Jaén)

15 de Marzo 2024

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Morón de la Frontera
(Sevilla)

26 de Abril 2024

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Elenco 26 Abril 2024

Teatro Oriente
Morón de la Frontera (Sevilla)

Winner Borbón
Marta Carmona
Mari Trini Fernández
Elena Frongia
Alwenna Gain
David Grimaldi
Lisa Mazzei
Teresa Poveda
Diego Rodríguez
Sofía Román
Jessica Russo

¡Descubre la gira de Four Seasons, nuevas fechas, nuevas ciudades!
Sinopsis

Four Seasons

El amor como impulso creador, como punto de partida, como generador de preguntas, como camino y destino, como condicionante de la mayoría de decisiones que tomamos o rechazamos a lo largo de la vida.
Realmente, ¿es posible saber o entender qué es para cada uno de nosotros, el AMOR?
En la Grecia Clásica distinguían cuatro tipos diferentes de amor para tratar de definir las relaciones humanas y los motivos que nos mueven a amar, a lo largo del tiempo, es decir, durante las diversas etapas de la vida: EROS, el primer amor, pasional, carnal, casi animal, instintivo; STORGÉ, el amor familiar, comprometido y duradero, que se cultiva con tiempo y perseverancia; PHILIA, el amor fraterno, cómplice, solidario, entre hermanos, entre prójimos, un amor social que busca el bien común; ÁGAPE, el amor espiritual, incondicional y devoto, que transciende lo humano y se eleva hacia otra dimensión impalpable.
La dramaturgia de Four Seasons relaciona los cuatro tipos de amor descritos, con las cuatro estaciones, y a su vez con el paso del tiempo, que afecta, en gran medida, a nuestros sentimientos y emociones, y a la forma en la que nos relacionamos con el entorno.
Todo el conjunto creará un viaje emocional, poético y de una gran belleza estética a través del motor de las relaciones humanas, el amor.

Dirección y Coreografía:
Gonzalo Díaz

Asistente de coreografía:
Luisa María Arias

Dramaturgia:
Beatriz Bergamín

Diseño de iluminación:
Gonzalo Díaz
Jesús Lucio

Escenografía virtual:
Miguel A. Castillo

Vestuario:
Carmen Granell

Fotografía:
Lucrecia Díaz

Ilustración y diseño:
Lucía Villanueva

Voz en off:
Jose Bermúdez
Quique Lozano

Música:
Max Richter sobre la partitura de Vivaldi

Producción:
Iván Serrano

Primavera

Me convierto en hombre en pez en nube
en pájaro ciego
En arroyo
En fragancia
Me transformo en tierra en lagartija en nenúfar
En hierba
En aguacero
en cara de la luna
Veo cómo mis ojos
Mi pelo
Mi piel
y las pupilas
Las manos
Y la espesura tierna de mi corazón / bulbo
Tiemblan.
Y son: cuerpo serpiente paraíso manzana.
Y también todos los otros frutos de la primavera incipiente
henchidos de misterio.
Escucho pájaros / alas
Se rompe la tierra y sube, asciende
desde el fondo, desde lo más profundo
la repetición
La repetición
Que me perfora
Continúa
No descansa el impulso y gira
Gira como una espiral apasionada
Gira y explota
Despacio y deprisa
A la velocidad del viento se retuerce la espiral y tiembla
Atronadora y bellísima
Me sumerjo en el giro, en la repetición….
Y el pájaro persiste / insiste
Y yo insisto: y existo
Todo lo efímero permanece
Todo lo que permanece es efímero
Sigue sigo seguimos

Todo nace y resiste los embates de la tierra rota
Doy vueltas / das vueltas / damos la vuelta al mundo en un instante solo
Milagroso instante en el que todo el tiempo cabe y cabe todo el
tiempo al mismo tiempo
Presente absoluto
Belleza absoluta
Se apaga dulcemente el giro y duermo
Por fin
Drogado por una fragancia de serpientes
Soñando con selvas verdes en planetas desnudos
Y aparece de pronto la calandria
El ruiseñor
La plenitud, de este miedo absoluto que palpita y me transforma
En niño en caballo en primavera en horizonte en bosque de
caléndulas y en perro que ladra hacia la luna
Escucho y bailo
Bailo y escucho
He descubierto a Eros batiendo sus alas
A Eros en la yema de mis dedos
A Eros en la cima de mi boca
Y entonces desciendo lento y de nuevo al centro de la tierra
Y resurjo desde la raíz hasta el centro
Un centro vivo firme terso
Un centro que me expulsa y me abraza al mismo tiempo
En ésta primavera en la punta del cielo ahora solo y sólo ahora
quiero que dure
ahora
todo el tiempo.

Verano

Antes del despertar
sólo pájaros en la aurora.
Antes de la lánguida calma espesa
solamente los trinos como alpiste del mundo;
Y a lo lejos, dos cuerpos
– que son el mío y el tuyo –
Que son todos los cuerpos vivos
Que escuchan
Detenidos
El inicio del día, en el que luna y sol aún duermen juntos
al filo del milagro que es habitar
desnudos
el cálido sosiego.
Tú, mi diosa coronada de trigo,
escapas de tu sueño para entregarte al mío,
y atraviesas, en vuelo sostenido, un océano pacífico;
campo de arroz y de centeno
que abres y destronas, con una azada de multiplicadas puntas, afiladas.
Espigas en mi boca y en tu pelo
Amarillo brillante pegado a tus pupilas
Sigue escuchando
Espera
Escucha
Hemos crecido juntos, nos hemos conocido
Hemos vivido y muerto y mordido la frambuesa
y la breva
y el latido de los melocotones
Somos capaces ya de respirar, unidos, con la perseverancia de las luciérnagas.

Ahora podemos ser las noches breves y los días infinitos
Podemos rescatar la madurez de las mieses y desgranar tu cuerpo dentro del mío.
El cielo de este estío desplomado despacio sobre la tierra
La palabra fugaz como rayo de estrella
será camino
estela
o danza.
Saldremos juntos a cazar leones
Y antes que la tormenta arrase y caiga sobre nosotros
ambos despertaremos
de este sereno sueño de verano.

Otoño

Los insectos crean y procrean,
sobre la cara redonda de las bayas.
Entran en mis oídos, la avispa, el moscardón, convertidos ahora en universo
maduro
de todo lo que he sido.
Lejos quedó la primavera apasionada, y el amarillo del verano fue segado.
Se avecina el gran cambio, la tormenta empapada en el gris de este cielo
merengue
ahora transformado en caballo castaño.
Siento – y no tengo miedo ni espanto – la caída.
La caída. Y retomo.
La caída elevada
y este pozo en el aire que se agranda y viene a mí,
entregado a su peso.
Huyen los pájaros en bandadas de nubes rubicundas,
Las gotas más agudas caen sobre la tierra
como campanas bronceadas de tiempo,
ocupando el tiempo
todo el tiempo
despertando a las garzas y a los cocodrilos con sacudidas rítmicas,
creando melodías como frutas carnosas de membrillo.
Nosotros, húmedos mortales de ojos grandes,
mortales generosos, asexuados mortales en descenso
tocamos lo profundo
librándonos por fin
de la amenaza,
del aguijón: del amor.

Ahora puedo apoyarme en tu ancha espalda,
tocada de la melancolía, sin miedo a la melancolía.
Ahora huele a lluvia, a tierra, a prójimo, a próximo, a Philia.
En el aire las hijas de las hojas danzan solas
en el equinoccio de este otoño encendido
Quiero tu abrazo ahora
Tu abrazo: tu sosiego
Tu apoyo: tu sostén
Tu mansedumbre
La ternura en tus brazos enredando mi cuerpo en medio del follaje.
Y tiemblo en la exaltación de un color rojo impensable que rompe a besos la cáscara
de almendra.
Tu abrazo suena y sabe a nuez pecana, a piñones, a dulce.
Hundo despacio mis manos en tu carne hasta tocar la granada brillante
de tu sangre oscura.
Escalofrío
El otoño declina y se aposenta, despojando mi piel, tu piel, la piel, de todo lo
superfluo.

Invierno

Despierta amor,
Despierta, para siempre.
Escucha al animal, huracán
que se acerca.
Después de todo el tiempo transcurrido,
agotada la escarcha
agotada la luz
el cuerpo
el sueño…
Después de la materia que, encendida, se trueca en viento bruto
en desconsuelo…
Después del canto
Despierta.
Porque llega despacio y conmovido,
un terrible, helado
cielo añil.
Color azul desconsolado
puntiagudo, afilado sostén
de este tiempo implacable y servil,
aletargado.
Bellísimo y cruel invierno de nubes visionarias
de esqueletos
de luna parda y pura
por dentro de los ojos.
Despierta y posa en mí
Amor
tus pies callados y la mano de nieve.
Deja que tu silencio atraviese el espacio
Y el horizonte eterno y congelado, podrá abrirse a tu paso.
Solo
Sola
Sin ti y con nosotros

Sin respiro me rompo y rompo el hielo
hasta sentir – muy leves – las punzadas
como cuchillas vivas
picoteando el cielo del paladar, abierto.
Siento el viento enredado en abanicos.
Seré bosque contigo de álamo blanco.
Abandonaré sobre la tierra todas las hojas frágiles,
del altísimo nogal.
Comenzará la ceremonia y entonces buscaré, hasta alcanzarlo,
el paraíso sin manzanas, sin higos. Sin duraznos.
Nos daremos las manos en ágape fraterno.
Y tú, mi bien,
nosotros
y ellos,
habremos decidido desatarnos del cuerpo, antes que la noche
sea noche para siempre.
No habrá más tiempo humano ni bosque ni barro ni materia.
Solo este azul
Eterno
Y la luz
De tu estela.

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